Te
escabulles. Te escondes. Cuando te busco no te encuentro. Cuando
te necesito te volatilizas. Y cuando me hago a la idea de que ya
no me quieres, apareces de la nada y refriegas tu cálido cuerpo
contra mi piel desnuda. Te metes por todos mis íntimos rincones,
demostrando tu sinvergonzonería. Me haces cosquillas con tu cola,
flirteas con tus largos bigotes, y mientras yo, aguanto mi sonrisa
picarona. Me miras con ojos de falsa humildad. Y ronroneas ante
mi pasividad. Y sin poder evitarlo, y porque no me da la gana
evitarlo, me entrego a ti. Y vuelvo a respirar tranquilo,
sintiendo tu calor en mi piel, perdonando todos tus devaneos. Me
tienes atrapado entre tus garras.