Podía desplegar sus blancas alas y volar lejos de allí.
Podía huir de tanta maldad, tanto dolor y tanto, tanto odio.
Podía mirar hacia otro lado e ignorar el sufrimiento del pequeño y vulnerable planeta Tierra.
Podía olvidarse de los humanos y reunirse con sus hermanos más allá de las nubes.
Podía pero no lo hacía.
Amaba demasiado a esos pobres seres (a veces tan inhumanos).