martes, 9 de agosto de 2016

LA TELA DE ARAÑA


Si tuviéramos un hilo atado a la espalda, como un cordón de plata invisible, que se fuera alargando con cada paso que damos, formaría junto con los hilos de las demás personas que nos rodean, una gigantesca tela de araña.

Tu cordón de plata iría desde tu casa hasta tu destino, cruzándose con los cordones de tus vecinos, del tendero, del conductor de autobús. 

Trazarían líneas paralelas, perpendiculares y algunas curvas. 
Formarían triángulos, cuadrados y trapecios. 
Todo esto a distintos niveles, según la altura de la persona. Y transformarían esas figuras geométricas en cuerpos geométricos tridimensionales, cubos, tetraedros (pirámides) o dodecaedros (como los diamantes).

¿Te lo puedes imaginar?

Sales a la calle y miles de cordones de plata te circundan, por delante, detrás, por arriba, por abajo. 

Estás en medio de una gran tela de araña formando miles de figuras en un caos como si hubiera sido tejida por una araña borracha.

Pero sales dispuesto a todo. 

A comerte el mundo. 
Y tu fuerza destruye esos hilos invisibles a cada paso que das, creando a su vez tu propia tela de araña tras de ti.





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