sábado, 25 de junio de 2016
La estrella del escaparate de una tienda perdida del Carmen
La estrella del escaparate de una tienda perdida del Carmen. Eso es lo que era.
EL DÍA A DÍA
Se acercaba al bar de Carmen y se tomaba un café.
Compraba su cupón de la ONCE.
Hacía una paradita para charlar con la frutera y comprar manzanas para almorzar.
Y en la floristería siempre compraba unas flores para decorar su bicicleta.
Flores que al final del día, al volver a casa, regalaba a la panadera, la frutera, a Carmen la del bar o a la vendedora del cupón.
LA NORIA
Solo con verla desde abajo ya se mareó.
Miraba como daba vueltas lentamente, aunque a él le parecía que iba demasiado deprisa.
Se iba acercando despacio. Le quedaban pocos metros para alcanzar el final de la cola. Por el rabillo del ojo vio como un grupo de gente, una familia, se dirigían hacia allí, y disminuyó su paso, con la esperanza de que también quisieran subir a la noria y así retrasar su turno.
Su gozo en un pozo. La familia siguió adelante sin parar en la taquilla...
Llegó a la cola y no pudo evitar mirar otra vez hacia arriba. ¿Era más alta ahora? A él le parecía que si.
Las colas del súper, del banco o del cine van lentísimas, pero esta, la cola de la noria iba rápida, muy rápida, tanto como rápidas daba las vueltas. ¿Los tornillos estarán bien fuertes? ¿Los revisan todos los días? ¿Y si ese día el técnico no lo había hecho bien? No. Era absurdo. Estaba todo en orden. Era la noria más segura del mundo. Y solo tres personas le separaba de la taquilla. Solo tres. Pero su mente ya maquinaba un plan...
.
Le llegó su turno. No había marcha atrás. Por mucho que uno quiera el destino te llega y no lo puedes cambiar. Dicen que todo está ya escrito. Y estaba escrito que por mucha fuerza que hiciera, no se pondría a diluviar de repente, ni se iría la luz, ni aparecería en el cielo un ovni. Estaba frente a la taquilla y era su turno.
Compró los billetes y se dirigió hacia donde su familia le esperaba con una gran sonrisa en la cara. Llevaban semanas esperando ese momento!!! Y por fin llegó. Iban a subir a la noria. No, mejor dicho iban...a...subir...a...laaaa...NORIA!!!
Miró hacia arriba, busco a los benditos extraterrestres, pero no aparecieron.
Así que se enfrentó a sus temores, sacó toda su valentía, se armó de fuerzas y...
-¡¡Aquí tenéis los billetes para subir a la Gran Noria, yo os haré fotos desde abajo!!.
¡¡Sonreir!!
jueves, 23 de junio de 2016
EL ESPEJO DE ALÍCIA KING
A
veces cuando se mira al espejo se imagina si detrás habrá otro
mundo.
Un mundo fantástico como el de Alícia, con un unicornio
peleado con un león, un huevo gigante y flores parlantes. Jugar a
un enorme ajedrez lleno de tramposos, matar a la reina roja y hacer
jaque mate al rey rojo.
O un mundo, no menos fantástico, donde se
encuentren todos esos personajes extraños del mundo de Stephen
King. Payasos, coches, arañas...
Claro que cualquier mundo tras el espejo tiene que ser a la
fuerza fantástico.
Se acerca, extiende la mano, cierra los ojos,
piensa con todas sus fuerzas que atravesará el espejo, que será
como si fuera agua espesa.
Abre los ojos y comprueba una vez más que su dedo choca contra el cristal.
Y respira aliviado.
INVISIBLE
Era
uno de esos días.
Uno de los malos.
Uno de esos que le costaba
levantarse.
No quería salir a la calle.
No le apetecía ver a
nadie.
No tenía ganas de fingir alegría, pero tampoco quería
que nadie notara nada.
Le faltaban las fuerzas para soportar la
rutina diaria.
Solo podía pensar en una cosa. Una cosa imposible.
Un deseo que ni todo el oro del mundo lograría hacer realidad. Un
pensamiento que esos días malos crecía en su mente a medida que
pasaban las horas. Algo que nunca sucedía y que al finalizar la dura
jornada, ya había olvidado.
Esos días terribles, desesperantes, solo pensaba en una cosa: ser invisible
TU DUENDE
Las
historias antiguas, las leyendas, las escrituras, los cuentos, nos
dicen que todos tenemos un ángel de la guardia, un hada madrina, un
duende, que nos sigue a todas partes. Que vela por nosotros. Que nos
cuida.
Cuando algo sale bien es porque ese misterioso ser ha hecho
que todo vaya como debe.
Cuando algo sale mal es porque se ha
despistado, porque podría haber sido peor, o incluso pensamos que no
nos merecimos su ayuda.
Yo no creía en nada de esto. Hasta que
anoche cacé a mi duende.
¿Y tú qué tienes, ángel, hada o duende?
miércoles, 22 de junio de 2016
NON MI DOMANDO PIÙ SE CI SARÀ QUALCUNO A TENDERE LA RETE, PRONTO A SOCCORRERE
Era la luz que iluminaba su camino en este oscuro mundo. Sin él estaba perdida. Era las vigas que la mantenían de pié, sujetando las paredes de su cuerpo y las ventanas de su alma. Y ahora él ya no estaba.
Allí sola debajo de esa gran estructura de hormigón, acero, hierro y cristal se miró reflejada en sus grandes ventanales, y vio que no estaba sola. Detrás estaban todos los suyos, y se dio cuenta de que ahora ella era la viga que sujetaba a los demás.
Y pensó: "Ya no me pregunto si habrá alguien sujetando la red, preparado para ayudar"
(NON MI DOMANDO PIÙ SE CI SARÀ QUALCUNO A TENDERE LA RETE, PRONTO A SOCCORRERE)
LA PROMESA
La canción que tocaba cuando quedó prendido de sus manos bailando sobre las teclas del piano. Cuando se enamoró de sus largos dedos.
Deseaba que esta vez, tras su interpretación al piano, sus dedos bailaran sobre las teclas de su cuerpo.
Que buscaran notas escondidas que nadie había tocado.
Imaginaba su cuerpo estremecerse al contacto de sus dedos. Y llegar al éxtasis al compás de esa melodía.
Pero cuando llegó el piano estaba solo y frío.
Y allí se quedó, solo y frío oyendo esa canción en su cabeza.
Y sintió unos dedos acariciar su cuello. ¿Era su imaginación?
sábado, 18 de junio de 2016
IGNORADO POR COMPLETO
Estaba
caminando por la plaza haciendo fotos con mi móvil. Era la primera
vez que visitaba esa ciudad.
Foto
a la concatedral. Foto a la torre campanario. Foto al pórtico del
Ayuntamiento...
Cuando
me di la vuelta ella estaba ahí. Con su cesta de la compra con el
pan de la panadería, no del super. Con un ramo de flores para poner
en el jarrón que tanto le gusta. Y una manzana que iba comiendo de
vuelta a casa.
Cuando
nuestras miradas se encontraron todo a nuestro alrededor se nubló,
se hizo borroso. En la plaza estábamos nosotros solos. Ella, yo y
nuestras sombras.
Ningún
sonido. El viento cesó. El tiempo se detuvo...
Cuando
me di cuenta ella había pasado de largo, pensando en sus cosas,
ignorándome por completo. Yo era un simple turista más. ¿Quién me
creía yo que era para que ella se fijara en mi?
Quería
ver sus ojos de nuevo, pero ya no pude.
Cuando
revisé mis fotos me encontré con una sorpresa. Ella había sido
inmortalizada en mi móvil. Fotografiada en ese mundo borroso con el
tiempo parado.
Quién
sabe. Tal vez, cuando vuelva a Castellón ella esté ahí, con su pan
y sus flores, saboreando esa manzana mientras piensa en sus cosas.
martes, 7 de junio de 2016
LA PUERTA A OTRO MUNDO
Cada
día tenía que hacerlo.
Era
su obligación. Su responsabilidad.
Y
cada día lo hacía.
Pasaba
del mundo oscuro y lluvioso al mundo de la luz y el sol.
Era
como atravesar la frontera entre la fría noche y el apacible día.
Y
lo hacía.
Pero
cada vez que pasaba en vez de disfrutar el momento y
las horas en el mundo de la luz, se entristecía pensando que
pronto debería hacer el trayecto de vuelta hacia la oscuridad.
las horas en el mundo de la luz, se entristecía pensando que
pronto debería hacer el trayecto de vuelta hacia la oscuridad.
Y
eso no le gustaba. Pero debía hacerlo. Porque allí, en la fría
noche, estaban los suyos, presos, rehenes en las tinieblas. Y
sabía que si un día no regresaba se le cerrarían las puertas
para siempre. Y quedaría atrapado en la luz, el sol, la
alegría... pero solo.
noche, estaban los suyos, presos, rehenes en las tinieblas. Y
sabía que si un día no regresaba se le cerrarían las puertas
para siempre. Y quedaría atrapado en la luz, el sol, la
alegría... pero solo.
Así
que al acabar su jornada volvía a la fría noche, lluviosa y
oscura, contento de volver con los suyos. Sabiendo que
mañana tendría de nuevo un día radiante.
oscura, contento de volver con los suyos. Sabiendo que
mañana tendría de nuevo un día radiante.
AMANECIENDO
Estuvo
toda la noche vagabundeando por las callejuelas.
La
noche moría lentamente mientras un nuevo día nacía.
Comenzó
a llover y las gotas empaparon su pelo, pero no se percató de nada.
La
gente corría a su lado para resguardarse de la lluvia mientras su
cabeza estaba en otro mundo, a miles de kilómetros de allí.
Arrastró
sus pies por los adoquines golpeando el aire.
Sus
ojos parecían perdidos. Veían pero no miraban. Y sus oidos, oian,
sí, pero no escuchaban ni las voces, ni los coches, ni la lluvia
golpear la calle.
Estaba...
estaba...
¿Era
eso? ¿Eso era lo que se sentía en ese estado? ¿En serio le había
pasado a él?
Sí.
Se
cruzó con una pareja de ancianos. Él la ayudaba a ella a caminar.
¿O era al revés? No tenía importancia. Se ayudaban el uno al otro
sin esperar nada a cambio.
Y
eso era lo que deseaba en esos momentos, cuando descubrió que
estaba... estaba enamorado.
SIN INSPIRACIÓN
No,
hoy no esperéis de mi una nueva historia.
Hoy
no cruzaremos una puerta estelar ni atravesaremos un agujero de
gusano que nos lleve más allá de Orión.
No
saltaremos en el tiempo para conocer otro momento de la historia.
Ni
usaremos el gran acelerador de hadrones para abrir una puerta a otra
fascinante dimensión.
Hoy
no jugaré a ser Dios ni tentaré al diablo.
No
esperéis un "amor para siempre" ni un "amor
resquebrajado"
Hoy
ningún personaje imaginario será plasmado con mis pobres palabras.
Tendrán que esperar sentados en el centro del encéfalo de mi
cerebro.
Hoy
mis dedos se niegan a escribir, mis ojos no me quieren ni ver, y mi
cabeza suena a hueco cuando la golpeo.
Hoy
estoy así, quieto, sin moverme, dejando que el viento mueva mis
ramas haciendo bailar las hojas al ritmo de su ulular.
Hoy
dejo escapar los pájaros de mi cabeza y los libero para que
revoloteen a mi alrededor y construyan nuevos nidos más allá de mis
fronteras.
Hoy
le he dado el día libre a la inspiración.
sábado, 4 de junio de 2016
SIN CONSCIENCIA
Cuando
tomé consciencia estaba en la calle. No recordaba nada. No sabía
quién era y no sabía donde estaba.
La
calle estaba desierta. Parecía como si hubiera retrocedido en el
tiempo.
Había
un hotel. Al menos estaba en la civilización, pensé. Estaba
cerrado. Llamé pero nadie contestó.
De
pronto me di cuenta de una cosa, no se oía nada, ni voces que venían
de las casas, ni ruido de coches, y lo más sorprendente, no se oía
el canto de los pájaros ni el viento. No se oía la vida.
Algo
me provocó un escalofrío. No se si fue la fría brisa que se
levantó, la sensación de vacío que sentí o la macabra pregunta
que formuló mi mente. ¿Estoy muerto?
Y
el arrepentimiento devoró mi alma cuando recordé el último deseo
de mi vida. Deseé estar muerto. Y maldije a Dios por concederme mi
última voluntad.
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