lunes, 30 de mayo de 2016

UN SUEÑO


        

  Parecía un sueño. No paraba de pellizcarse para asegurarse de
 que estaba despierto.
El día era perfecto. Los invitados expectantes. El esmoquin le
 quedaba como un pincel.
Y llegó ella. Estaba más hermosa que nunca. Su pelo sedoso. Su
 sonrisa que lo iluminaba todo. Una larga cola tras ella sostenida
 por unos niños que parecían ángeles. La gente aplaudiendo...
Y la guinda para el momento final de la ceremonia, el coche. Un
 Roll Royce. Su preferido.
Todo perfecto como en un sueño. Se volvió a pellizcar y cuando
 se miró la mano vio que tenía sangre. Su sangre.
Su sueño se había convertido en pesadilla.
Se había torturado el brazo de tal forma que había llegado a
 lacerarse la piel.
Y con cada jirón de su piel se desprendía una parte de sus
 sueño. Una parte de él.
Su verdadera tortura acababa de empezar en el momento en
 que salieron de la iglesia y una lluvia de arroz y pétalos de
 rosas los envolvió.
¡No debería haber ido! ¡¡No debería haber ido!! Se repetía,
 escondido tras un árbol, viéndola a ella tan hermosa, tan
 radiante, cogida del brazo de su marido.
No, no debería haber ido.

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