Estuvo
toda la noche vagabundeando por las callejuelas.
La
noche moría lentamente mientras un nuevo día nacía.
Comenzó
a llover y las gotas empaparon su pelo, pero no se percató de nada.
La
gente corría a su lado para resguardarse de la lluvia mientras su
cabeza estaba en otro mundo, a miles de kilómetros de allí.
Arrastró
sus pies por los adoquines golpeando el aire.
Sus
ojos parecían perdidos. Veían pero no miraban. Y sus oidos, oian,
sí, pero no escuchaban ni las voces, ni los coches, ni la lluvia
golpear la calle.
Estaba...
estaba...
¿Era
eso? ¿Eso era lo que se sentía en ese estado? ¿En serio le había
pasado a él?
Sí.
Se
cruzó con una pareja de ancianos. Él la ayudaba a ella a caminar.
¿O era al revés? No tenía importancia. Se ayudaban el uno al otro
sin esperar nada a cambio.
Y
eso era lo que deseaba en esos momentos, cuando descubrió que
estaba... estaba enamorado.
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