Estaba
caminando por la plaza haciendo fotos con mi móvil. Era la primera
vez que visitaba esa ciudad.
Foto
a la concatedral. Foto a la torre campanario. Foto al pórtico del
Ayuntamiento...
Cuando
me di la vuelta ella estaba ahí. Con su cesta de la compra con el
pan de la panadería, no del super. Con un ramo de flores para poner
en el jarrón que tanto le gusta. Y una manzana que iba comiendo de
vuelta a casa.
Cuando
nuestras miradas se encontraron todo a nuestro alrededor se nubló,
se hizo borroso. En la plaza estábamos nosotros solos. Ella, yo y
nuestras sombras.
Ningún
sonido. El viento cesó. El tiempo se detuvo...
Cuando
me di cuenta ella había pasado de largo, pensando en sus cosas,
ignorándome por completo. Yo era un simple turista más. ¿Quién me
creía yo que era para que ella se fijara en mi?
Quería
ver sus ojos de nuevo, pero ya no pude.
Cuando
revisé mis fotos me encontré con una sorpresa. Ella había sido
inmortalizada en mi móvil. Fotografiada en ese mundo borroso con el
tiempo parado.
Quién
sabe. Tal vez, cuando vuelva a Castellón ella esté ahí, con su pan
y sus flores, saboreando esa manzana mientras piensa en sus cosas.
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